María huyó del vientre de su madre.
Huyó del hospital para después huir de la habitación de sus padres. Huyó también de su propia habitación. Desde muy pequeña, huyó de casa para dormir fuera. Huyó del parque y hasta consiguió huir de la escuela.
María huyó de su ciudad natal, huyendo de papá y mamá y de su primer novio. Huyó de la universidad. Huyó del teatro y de su mejor maestro.
Sí, ella huyó. Huyó hasta de su propio yo.
Y no pasó tanto tiempo hasta que huyó de su dolor.
María huyó de la fábrica justo después de huir del supermercado de la esquina. Huyó de su cocina y de cada una de sus ollas. Después huyó de su marido, huyendo de nuevo de su hogar y de varios de sus amantes.
María huyó del café a las cuatro y de la cena a las nueve y cuarenta y cinco. Y hasta de su propio sexo, sí, de eso también huyó.
María huyó de casa, una y otra vez. Una y otra vez. Ella huyó. Huyó de la televisión, después de huir de su país. Huyó de su lengua materna e incluso, una vez, llegó a huir de su propia voz.
Ayudada en sus viajes por las fuertes lluvias torrenciales, ella huyó.
(…)
Por el momento, no ha tenido hijos.
Sólo sabemos que María huyó. Que no fueron pocos quienes la buscaron. Y que nadie parece haberla encontrado.
——
Texto escrito para la realización de un cortometraje que no ha sido realizado. el texto sería la voz en of y las imágenes mostrarían el fluir del agua y su paso por los diversos estados líquido, sólido y gaseoso a través del paisaje.
pilar monsell / barcelona / abril / 2008